domingo, 30 de mayo de 2010

Crónica de un Congreso (Eucarístico Nacional en Toledo, 2010)


Más que una descripción detallada, que refiera todos y cada uno de los aspectos, ofreceré una visión más panorámica de cosas, elementos, momentos vividos en el Congreso que me han impactado, que me han gustado, que me han llamado la atención. ¡Espero que no se me olvide nada!
1) El Congreso ha sido una experiencia eclesial de primer orden, de la Iglesia que es congregada en torno a Cristo-Eucaristía, centro de su unidad, de su vida. Era genial ver la variedad de la procedencia de cada uno (diócesis, Congregaciones religiosas...) y las edades de quienes estábamos en el Congreso, y todos tenían sitio, su lugar propio. No importa la edad cuando es Cristo quien convoca: sacerdotes, religiosos y religiosas, christifideles laici jóvenes, de mediana edad, mayores y bien entrados ya en años; los muchísimos y eficaces voluntarios de la organización, entre ellos la mayoría jóvenes sacrificados, entregados y muy amables para atender a todo y a todos; los jóvenes y adolescentes especialmente protagonistas en la preciosa acogida de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, cantando, aplaudiendo, rezando, al recibirla y luego en procesión con las cuatro estaciones hasta llegar a la Catedral; y los niños, ellos también, con su pequeño “Congreso”, con exposición y adoración del Santísimo en la Catedral y su acto festivo posterior en la plaza del Ayuntamiento.

Pero a mí me impresionó la imagen de la Iglesia congregada, de pueblo cristiano, cuando en la procesión con la Cruz de la JMJ hasta la Catedral por la noche, y en la procesión eucarística la noche del sábado, con el mismo recorrido, llegamos a una calle en forma de cuesta desde San Juan de los Reyes que desemboca en la calle donde está la parroquia de Santo Tomé; delante iban los obispos, luego el grupo abundantísimo de sacerdotes, y al mirar atrás, toda la cuesta abarrotada de un pueblo, el pueblo de Dios, que cantaba y rezaba. Peregrinos, encabezados por Cristo; Iglesia que camina cuya morada y patria son los cielos; pueblo de Dios ordenado, sin mezcla ni confusión ni separación ni división. ¡Cuánto dilata el corazón ver así la Iglesia, sentirla y palparla!

2) Mucho gusto y elegancia tuvieron las Comisiones de liturgia al elaborar y preparar celebraciones que rezumaban teología y auténtica espiritualidad, sin mezclas extrañas, ni esteticismos en boga. La mejor tradición hispana, el rito hispano-mozárabe, estuvo continuamente presente, porque, si era un Congreso eucarístico nacional, habrá que vivir y mostrar el que fue “rito nacional” (si se permite tal barbarismo), que ha perdurado en Toledo, que se comienza a conocer mejor y celebrar y vivir.

sábado, 29 de mayo de 2010

Percibir a Jesucristo en el Sagrario

“Pero, ¿en dónde me encontraré con Él?

¡Soberana realidad de los Sagrarios cristianos, ven a dar a mi alma la respuesta y la seguridad de su dicha!

Dile que sí que el Jesús de la virtud aquella vive todavía y vive muy cerca de mí, junto a mi casa, ¡en el Sagrario!


Di a mi alma y di a todas las almas que quieran oír, que en el Sagrario vive el mismo Jesús de Jerusalén y Nazaret, con su mismo Corazón tan lleno, tan rebosante de virtud de sanar y tan abierto para que salga perennemente en favor de todos...


Desde que he meditado así el Sagrario, ¡cómo se ha agrandado ante mis ojos y ante mi corazón!


El Sagrario no está ya limitado por las cuatro tablas que lo forman, ni aun por los muros que lo cobijan. El Sagrario se extiende mucho más.

El Sagrario será el límite de las especies sacramentales, pero no de la virtud que debajo de ellas constantemente brota.


Yo ya miro al Sagrado Corazón de Jesús en el Sagrario como un sol que irradia luz, calor y vida del cielo en torno suyo en una gran extensión, como un manantial de agua medicinal siempre corriente en muchas direcciones, como un delicioso jardín esparciendo siempre los aromas más exquisitos...


¡Ay!, si nuestros sentidos no fueran tan groseros, ¡qué impresiones tan deleitosas recibirían alrededor de los Sagrarios!

¡Cómo me explico ahora aquella atracción que se dice sentían algunos santos hacia el Sagrario, aun ignorado, por cuyas cercanías pasaban!
¿No sería quizás que sus sentidos espiritualizados percibirían ya el ambiente del lugar de los Sagrarios?

¿Te vas enterando ahora de lo que significa esa frase sobre la que quizás habrás pasado muchas veces distraído: tener Sagrario?


¿Ves ahora lo mal que se unen estas dos ideas: tener Sagrario y seguir siendo desgraciado?
¡Pues qué!, la virtud aquélla de sanar que exhala siempre para todos el Corazón de Jesús de aquel Sagrario, ¿no es bastante para acabar con todas tus desgracias?

¡Jesús sacramentado! En esa oscuridad, en que el abandono de los hombres te tiene sumergido, te confieso Luz de la Luz de Dios y única Luz del mundo.
En ese silencio, a que voluntariamente te has reducido ahí, yo te proclamo Palabra substancial de Dios y única Palabra creadora, restauradora, glorificadora y deificadora. En esa inmovilidad, a que te has obligado ahí, yo te reconozco Vida de Dios y única Vida de todo lo que vive”.

Beato D. Manuel González, Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario,
en O.C., Vol. I, nn. 409-411.

viernes, 28 de mayo de 2010

Los salmos... y su valor orante


"100. En la Liturgia de las Horas, la Iglesia ora sirviéndose en buena medida de aquellos cánticos insignes que bajo la inspiración del Espíritu Santo compusieron los autores sagrados del antiguo Testamento. Pues por su origen tienen la virtud de elevar hacia Dios la mente de los hombres, excitan en ellos sentimientos santos y piadosos, les ayudan de un modo admirable a dar gracias en los momentos de alegría y les proporcionan consuelo y firmeza de espíritu en la adversidad.

101. Sin embargo, los salmos no son más que una sombra de aquella plenitud de los tiempos que se reveló en Cristo Señor y de la que recibe toda su fuerza la oración de la Iglesia; por lo cual no es de extrañar que, a pesar de la suma estima de los salmos, en la que se muestran concordes todos los fieles, surja a veces alguna dificultad cuando alguien al orar intenta hacer suyos tan venerables poemas.


102. Sin embargo, el Espíritu Santo, bajo cuya inspiración cantaron los salmistas, asiste siempre con su gracia a los que "creyendo con buena voluntad" cantan estas composiciones poéticas. Pero es necesario, ante todo, que "adquieran una instrucción bíblica más rica, principalmente acerca delos salmos" , y cada cual, conforme a su capacidad, considere de qué modo y con qué método puede orar rectamente cuando los recita.


103. Los salmos no son lecturas ni preces compuestas en prosa sino composiciones poéticas de alabanza. Por lo tanto, aunque posiblemente hayan sido proferidos alguna vez en forma de lectura, sin embargo, atendiendo a su género literario, con acierto se les llama en hebreo: "Tehillim", es decir "cánticos de alabanza", y en griego: "psalmoi" es decir, "cánticos que han de ser entonados al son del salterio". En verdad, todos los salmos están dotados de cierto carácter musical que determina el modo adecuado de recitarlos. Por lo tanto, aunque los salmos se reciten sin canto, e incluso de modo individual y silencioso, convendrá que se atienda a su índole musical: ciertamente ofrecen un texto a la consideración de la mente, pero tienden sobre todo a remover los corazones de los que los recitan y de los que los escuchan, e incluso de los que tocan "el salterio y la cítara".


104. Quien, por tanto, gusta de la salmodia, medite verso tras verso, dispuesto siempre en su corazón a responder conforme a la voluntad del Espíritu que inspiró al salmista y sigue asistiendo también a todo el que con piedad esté dispuesto a recibir su gracia. Por lo cual, la salmodia, aunque exija la reverencia debida a la majestad divina, debe realizarse con alegría de espíritu y dulzura amorosa, tal como conviene a la poesía y al canto sagrado y sobre todo a la libertad de los hijos de Dios.


105. A menudo valiéndose de las palabras de los salmos podemos orar con mayor facilidad y fervor, ya que se trate de dar gracias y alabar a Dios en el júbilo, ya de invocarlo desde lo profundo de la angustia. No obstante -sobre todo si el salmo se dirige inmediatamente a Dios- surgen a veces ciertas dificultades. Pues el salmista como poeta que es, habla al pueblo trayendo a la memoria la historia de Israel, a veces interpela a otros sin exceptuar siquiera a las criaturas irracionales. Es más: nos presenta a Dios y a los hombres hablando entre sí, e incluso a los enemigos de Dios, como sucede en el salmo segundo. Con lo cual se manifiesta que el salmo no tiene el mismo argumento de oración que las preces o colectas compuestas por la Iglesia. Además, la índole poética y musical de los salmos no exige necesariamente que se dirijan a Dios, sino que se canten ante Dios como advierte San Benito: "Consideremos de qué modo conviene estar en la presencia de la Divinidad y de sus ángeles, y recitemos los salmos de mod
o que nuestra mente concuerde con nuestra voz"".

(IGLH 100-105)

jueves, 27 de mayo de 2010

La liturgia es de la Iglesia (no al capricho de cualquiera)

La recta celebración de la liturgia es un deseo y una necesidad: en la liturgia el Misterio de Cristo se nos ofrece bajo los signos sacramentales, y la Iglesia Esposa lo recibe con amor, adoración, con plegaria, con canto.

La liturgia es una celebración de glorificación de Dios y santificación de los hombres tal como dice el Concilio Vaticano II: "en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por El tributa culto al Padre Eterno" (SC 7). Pero los modos celebrativos que muchas veces vemos –o padecemos- convierten la liturgia en una fiesta profana, en una sesión de catequesis con continuas intervenciones, moniciones y pequeñas homilías, o en una reunión trivial, de tono horizontalista como un banquete humano. Nada de esto responde a la naturaleza y esencia de la liturgia. Son abusos que hay que erradicar y denotan la carencia de una seria formación teológica, litúrgica y también pastoral (la pastoral rectamente entendida, y no con el tono de secularización y buenismo con que hoy se emplea).

La liturgia, por ser de la Iglesia, es establecida por ésta en sus principios, en sus normas, en sus rúbricas. Nadie puede usurpar el papel de la Iglesia para improvisar o para cambiar cosas a su antojo. Nadie puede omitir ritos, ni componer plegarias litúrgicas, ni introducir elementos extraños porque parezcan más simpáticos y atractivos. "Nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia", dice el Concilio Vaticano II (SC 22).

¡La liturgia es algo más grande, más santo!

Con palabras de Pablo VI, verdadero maestro y testigo de la fe:

“Quisiéramos exhortar a las personas de buena voluntad, sacerdotes y fieles, a no tolerar este indócil particularismo, que ofende, además de la ley canónica, el corazón del culto católico, que es la comunión; la comunión con Dios y la comunión con los hermanos, de la que es mediador el sacerdocio ministerial autorizado por el obispo. Semejante particularismo tiende a formar su Iglesia, o tal vez su secta, es decir, apartarse de la celebración de la caridad total, a prescindir de la estructura institucional, como se dice hoy, de la Iglesia auténtica, real y humana, para hacerse la ilusión de poseer un cristianismo libre y puramente carismático, pero en realidad amorfo, evanescente y expuesto al soplo de todo viento de la pasión, de la moda o del interés temporal o político. Esta tendencia a separarse gradual y obstinadamente de la autoridad y de la comunión de la Iglesia puede llevar desgraciadamente muy lejos. No, como han dicho algunos, a las catacumbas, sino fuera de la Iglesia” (Alocución, 3-septiembre-1969).

martes, 25 de mayo de 2010

Cómo debo estar yo con Cristo en el Sagrario

“Llena el alma de ese vivir sintiendo y compadeciendo con Él, procura no ver, ni oír, ni sentir, ni querer las cosas, los acontecimientos y a las personas, sino como Jesús desde su Sagrario las ve, oye, siente y quiere. Y de esta suerte la presencia nuestra ante el Sagrario, que por ser corporal está limitada sólo al tiempo en que estamos delante de Él, por esta compasión le podemos acompañar no a ratos, sino siempre, siempre...

Por esta compañía de compasión, nuestro corazón y nuestra vida se convierten en eco del Corazón y de la Vida que palpitan en nuestro Sagrario...

Alma que crees con fe viva en la presencia real de Jesús en la Eucaristía ¿puedes medir la inmensidad del amor que el Corazón de Jesús recibiría en su Sagrario y de la dulzura y seguridad y paz que te inundarían, si tu corazón no tuviera más ritmo que el ritmo del Corazón de Jesús Sacramentado?

Dos corazones con el mismo ritmo son un solo corazón. Ésa es la obra de la compasión perfecta".


Beato D. Manuel González, El abandono de los Sagrarios acompañados,
en O.C., Vol. I, n. 220.

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Qué y para qué un Congreso Eucarístico Nacional?


Un Congreso Eucarístico Nacional es (puede ser) un momento de gracia para la Iglesia y un impulso para vivir y celebrar la Eucaristía con mayor amor, cuidando la delicadeza, la espiritualidad y la liturgia y la solemnidad de los divinos misterios, con las implicaciones que tiene para la vida de la Iglesia.

La página web del Congreso lo presenta así:

EL X CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL - TOLEDO 2010

      El X Congreso Eucarístico Nacional es un acontecimiento eclesial que se celebrará en Toledo del 27 al 30 del próximo mes de mayo, organizado por la diócesis toledana en colaboración con la Conferencia Episcopal Española. El Congreso es una de las acciones comprendidas en el Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española (2006-2010), que lleva por título “Yo soy el pan de vida (Jn 6, 35). Vivir de la Eucaristía”.

      La XCII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, celebrada del 24 al 28 de noviembre de 2008, aceptó el ofrecimiento de la Archidiócesis de Toledo como sede de este Congreso Eucarístico.
    

domingo, 23 de mayo de 2010

Veni Creator Spiritus; veni per Mariam!


Accénde lumen sénsibus,
infúnde amórem córdibus,
infirma nostri córporis
virtúte firmans pérpeti.

Encienda la luz en nuestros sentidos,
infunde en el amor en nuestros corazones
las debilidades de nuestros cuerpos
afianza firmes con tu fuerza.

Que la Iglesia, Señor,
se vea renovada por este nuevo Pentecostés,
y el fuego de tu Amor
encienda las almas de la Iglesia.

Te necesitamos, oh Espíritu Santo;
necesitamos de Ti para profesar la Verdad,
para vivir en tu Verdad,
para impulsar y fortalecer la vida de las comunidades cristianas,
para despertar las almas a un renovado amanecer de luz.

Espíritu Santo, ven,
renueva en santidad a los sacerdotes y ministros de la Iglesia,
acreciente el gozo en los consagrados,
aumenta en número y santidad a las vírgenes consagradas a Cristo.

Espíritu Santo, ven,
reaviva la caridad conyugal y santificadora,
afianza a las familias
como pequeñas y sencillas Iglesias domésticas,
llena de la esperanza del Evangelio a los jóvenes,
une a los enfermos a la obra de la Redención,
robustece el apostolado laical en el mundo,
impulsa a los seglares a trabajar honradamente
transformando el mundo según el Evangelio.

Espíritu Santo, ven,
sean las parroquias comunidades de hijos fuertes,
las asociaciones vitalmente enamoradas de Cristo,
los Monasterios, espejos de la Iglesia,
toda comunidad evangelizadora.

Espíritu Santo, ven, ¡no nos dejes!
Mana abundante del costado de Cristo,
fluye como río del Corazón de Jesús,
Tú, fuente viva, fuego, amor,
Santo Crisma del alma.

Veni, creátor Spíritus,
mentes tuórum vísita,
imple supérna grátia
que tu creásti, péctora.

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de amor.
Aleluya. Aleluya.

sábado, 22 de mayo de 2010

Vigilia Pentecostés: Veni Creator!!!


¡Ven, Señor Espíritu Santo!
¡Ven!
Es el clamor unánime de la Iglesia esperando un nuevo Pentecostés,
misterio de santificación y de amor.

Veni Sancte Spiritus!
Ven, Señor y Dador de Vida,
pues sin Ti, ¿quién hará fecundo lo estéril?
Sin Ti, Espíritu Santo, ¿quién sanará lo enfermo?,
¿quién lavará las manchas?.
¿quién podrá dar calor de vida en el hielo de este mundo?,
¿cómo se podrá domar el espíritu indómito, rebelde, suspicaz?,
¿cómo sentiremos tu gozo y pensaremos lo que es recto
y obraremos según la voluntad del Padre?

Veni Creator Spiritus!
¡Ven Espíritu Creador!
Y, como al inicio de la creación, reposabas sobre el orbe,
ven y renueva ahora la faz de la tierra,
haciendo de este mundo un mundo nuevo,
donde nunca más se hablen las lenguas diversas
del egoísmo, de la soberbia, de los intereses excluyentes
de esta Babel del siglo XXI,
sino la única lengua verdadera y comprensible para todos:
el lenguaje del amor, de la concordia, de los signos y hechos,
de las obras de misericordia para edificar,
no nuestra altiva ciudad mundana,
sino la Ciudad de Dios.

Tu rite promíssum Patris,
sermóne ditans gúttura.

“Según la promesa del Padre,
pon tus palabras en nuestros labios”,
así podremos pronunciar la lengua única del amor,
comprensible para todos.

Ven, ¡ven Espíritu Santo!
Establece la verdadera alianza con tu pueblo,
sella nuestros corazones con el santo crisma espiritual
para que tengamos la inteligencia del Verdadero,
para comprender y escrutar el Misterio del Padre y del Hijo,
Ley interior, Ley espiritual, Ley grabada
no en tablas de piedra –como aquel Horeb grande y terrible-
sino en el corazón vivo de los fieles de la Iglesia.

Per te sciámus da Patrem
noscamus atque Filium,
te utriúsque Spíritum
credamus omni tempore.

Por Ti saber del Padre
y conocer al Hijo
y a Ti, Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.

Señor Espíritu Santo,
Dador de vida, que procedes del Padre y del Hijo
y que hablaste por los profetas:
realiza en nosotros lo prometido:
¡haznos resucitar con Cristo!
Si Tú habitas en nosotros
como habitaste en la carne humana del Verbo,
entonces resucitaremos: se alegrarán los huesos quebrantados,
los huesos secos sin vida.

¡Cómo florece todo!
¡Cómo vivificas todo aquello donde Tú reposas!
Donde Tú estás, Espíritu de Amor,
está la libertad.
Donde Tú estás, en la Iglesia,
toda vida y toda gracia florecen.

¡Sana!
¡Vivifica!
¡Anima!
¡Eleva!
¡Resucita!
¡Oh Señor, Espíritu del Padre y del Hijo!
¡Da vida, fortifica, robustece a los hijos fieles de la Iglesia!
¡Ven, sopla sobre toda carne,
para que profeticen los hijos y las hijas de la Iglesia,
den testimonio en el mundo,
anuncien el Evangelio,
vivan en santidad!

¡Envía un rayo de tu luz,
Luz gozosa, excelso Fuego!

viernes, 21 de mayo de 2010

Preparándonos a Pentecostés (con los ritos hispano-mozárabe y romano)

Este domingo se cierra la cincuentena pascual (un solo domingo en siete semanas, un Gran Día en cincuenta) con la plenitud: el Señor Resucitado da el Espíritu Santo prometido desde el cielo. No es la "fiesta del Espíritu Santo", en sentido devocional, buscando asignar a cada devoción un día en la liturgia. Es la plenitud de la Pascua que consiste en la entrega del Espíritu a la Iglesia.

Es evidente la necesidad del Don del Espíritu en la Iglesia: sobre todo, en palabras recientes de Benedicto XVI, para erradicar el pecado que habita en la Iglesia, el ataque de los enemigos interiores a la Iglesia misma; necesitamos el Espíritu para santificar e impulsar el dinamismo evangelizador y no estar apagados, acomodados, instalados en la mediocridad; necesitamos el Espíritu para que la Iglesia-Esposa se embellezca en vida y santidad, en vocaciones y carismas, en ardor y pasión, en fidelidad y renovada entrega.

A Pentecostés nos estamos preparando con una semana intensa desde la Ascensión, semana que es especialmente mariana, ya que María congrega a los Apóstoles para unirlos en la oración y muy unidos a María (con el Regina Coeli, con el rosario pascual, etc.) se va disponiendo la Iglesia:

"[Cristo] ahora intercede por nosotros,
como mediador que asegura
la perenne efusión del Espíritu.

Pastor y obispo de nuestras almas,
nos invita a la plegaria unánime,
a ejemplo de María y los Apóstoles..." (Prefacio para después de la Ascensión).

jueves, 20 de mayo de 2010

Mistagogia de la Confirmación - IV (Crismación y saludo de paz)

    El momento central del sacramento de la Confirmación es la unción que hace el obispo con el crisma consagrado en la frente de cada uno de los confirmandos, dándonos el saludo de paz. La forma de realizar la unción es muy sencilla: impregna el dedo pulgar de la mano derecha en el aceite consagrado y nos hace la señal de la cruz en nuestra frente. El padrino o madrina dice el nombre y entonces el obispo, mientras nos unge, dice: "RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO". Y responde cada confirmando, con voz clara y fuerte: "Amén".

    No creamos que por simple y sencillo no tiene importancia; encierra un gran misterio: DIOS HOY SIGUE REGALÁNDONOS SU ESPÍRITU SANTO.

1. El crisma.-

    Después de la solemne plegaria del obispo con las manos extendidas –imposición de manos sobre todos los confirmandos- viene la crismación en la frente.

CAT 1289: "Muy pronto, para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las manos una unción con óleo perfumado (crisma). Esta unción ilustra el nombre de "cristiano" que significa "ungido" y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que "Dios ungió con el Espíritu Santo" (Hch 10,38). Y este rito de la unción existe hasta nuestros días tanto en Oriente como en Occidente. Por eso en Oriente, se llama a este sacramento crismación, unción con el crisma, o myron, que significa "crisma". En Occidente el nombre de Confirmación sugiere que este sacramento al mismo tiempo confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal".

    El crisma es un aceite mezclado con bálsamo y perfumes que el obispo y todos los presbíteros de la Diócesis consagran en la Misa crismal. Sobre este aceite el obispo reza una oración para que el Espíritu Santo lo santifique y consagre a todos aquellos que lo van a recibir. La oración con que el obispo consagra el crisma expresa el sentido de la unción:

         "Te pedimos, Señor, que te dignes santificar con tu bendición este óleo y que, con la cooperación de Cristo, tu Hijo, de cuyo nombre le viene a este óleo su nombre de crisma, infundas en él la fuerza del Espíritu Santo con la que ungiste a sacerdotes, reyes, profetas y mártires, y hagas que este crisma sea sacramento de la plenitud de la vida cristiana. Haz que los consagrados por esta unción, libres del pecado en que nacieron, y convertidos en templo de tu divina presencia, exhalen el perfume de una vida santa".

miércoles, 19 de mayo de 2010

Congreso Eucarístico Nacional en Toledo (Mayo, 2010): Dicen nuestros Obispos - III

El mensaje de nuestros Obispos sobre el Congreso Eucarístico Nacional, que hemos ido leyendo, concluía así:

"4. En conmemoración mía

La Eucaristía responde a los deseos más profundos que el ser humano lleva inscritos en su corazón. Así lo creemos, porque “la noche en que iba a ser entregado, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Mc. 11,3 y Jn. 13, 1). Durante la cena, “tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía” (1 Cor. 11, 23-24). De manera que, desde entonces, cada vez que renovamos este gesto, por el poder del Espíritu de Cristo Resucitado, el pan y el vino se convierten en su Cuerpo y su Sangre, en Él mismo, dado que hemos aprendido en la tradición de la Iglesia que en este sacramento están contenidos verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. (Cfr. CEC, 1374).

martes, 18 de mayo de 2010

Mistagogia de la Confirmación - III (Oración e imposición de manos)

Tras la renuncia y profesión de fe, la plegaria, la oración que el obispo reza en nombre de toda la Iglesia, pidiendo al Padre que derrame su Espíritu Santo sobre los que se van a confirmar. Lo hace con un gesto: la imposición de manos sobre todos los que se van a confirmar mientras recita una plegaria litúrgica.

El obispo nos invita a la oración con una monición:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso y pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos hijos de adopción que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo, para que los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual, y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo.

1. Sobre los hijos de adopción...

Nosotros somos hijos de adopción. El Padre sólo tiene un Hijo: Jesucristo, Engendrado antes de todos los siglos. Pero Dios nos amó y nos adoptó como hijos en el Sacramento del Bautismo. El Señor nos ha dado “un Espíritu de hijos que nos hace exclamar: ¡Abba! Padre” (Rm 8,15b). ¡SOMOS HIJOS DE DIOS! (cf. Gal 4,7).

Sobre nosotros se va a derramar el Espíritu Santo para que nos fortalezca con la abundancia de sus dones. “El Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad” (Rm 8,26), para que no caigamos en el pecado sino que tengamos fuerza en el combate contra el Maligno y seamos fieles a Dios.

En este combate nosotros tenemos que saber que vamos a ser consagrados, es decir, que por la Confirmación somos de Dios, le pertenecemos: “en la vida y en la muerte somos del Señor” (Rm 14,8). Esta pertenencia a Dios, plena, absoluta, irrevocable, nos la otorgan los sacramentos que nos marcan para siempre en la Iniciación cristiana: el Bautismo y la Confirmación imprimen “carácter”, es decir, sellan y graban nuestra alma: somos de Dios y para Dios. En este sentido, también el Sacramento del Orden imprime carácter (y de modo parecido, el Sacramento del Matrimonio imprime “carácter” con la unión con el otro cónyuge, mientras el otro cónyuge viva: es la indisolubilidad). El Catecismo explica así qué quiere decir que un Sacramento “imprime carácter”:

lunes, 17 de mayo de 2010

Primeras comuniones (otro más para que nos enteremos)

Estoy convencido de que, en estas cosas, hay que hacer campaña; y más vale repetirse mucho que no dejar las cosas pasar; y que es preferible ser un poco reiterativo a ver si, diciéndolo una y otra vez, alguien o algunos comienzan a ver.

Las primeras comuniones, en general, son las celebraciones litúrgicas más desacralizadas y secularizantes que tenemos. Ni responden a la verdad de la Eucaristía, ni sitúan ante el Misterio de Cristo que se da, ni permiten orar; son fiestas infantiles-pueriles con la connivencia de sacerdotes y catequistas. Y lo son, "soñando" con que los niños "participan" (es decir, intervienen mucho, demasiado, excesivamente) y que así descubren lo importante que es la Santa Misa y van a participar todos los domingos. ¡Ay!

En Alfa y Omega, magnífico semanario que hay que leer con fidelidad, encontramos reproducida una carta del Cardenal Arzobispo de Madrid sobre la liturgia de las primeras comuniones, realmente interesante. Habla claro. Habla educadamente, pero habla claro.

Entresacamos algunos párrafos.

"El deseo de hacer cercana la celebración no sólo a los niños, sino también a las personas que les acompañan, no justifica el crear un rito diferente o demasiado original, muchas veces distante de la sencillez y sobriedad que supone una celebración eucarística y, en ocasiones, contraria a las normas litúrgicas de la Iglesia. La celebración deberá guiarse por el Directorio para las misas con niños y brindar una forma sencilla de participación en la liturgia, centrándose sobre todo en la vivencia del Misterio Pascual y en lo que significa recibir a Jesús presente en las especies eucarísticas.

domingo, 16 de mayo de 2010

Eucaristía: Sacrificio, Presencia, Comunión

La Eucaristía, sacramento pascual, es el tesoro inefable, que nunca se agota en su consideración.

A la vez, e inseparablemente, es:

-el Sacrificio de Cristo, que se hace presente (no se repite, porque es único; se hace presente el mismo Sacrificio del Calvario),
-es Presencia, porque el Pan y el Vino se convierten -transformándose sustancialmente- en el Cuerpo y la Sangre del Resucitado, y merecen toda nuestra adoración y el mayor respeto,
-y es Comunión, porque está destinado para ser sumido, comido, como Banquete pascual. Esta es la plena participación: poder comulgar tras haber discernido si estamos o no en gracia de Dios, debidamente preparado.

Las tres dimensiones de la Eucaristía deben estar presentes y ser asumidas, comprendidas, vividas. Una mala reducción de la Eucaristía considerará exclusivamente una de las dimensiones arrinconando las otras dos.

Desgraciadamente, esa reducción y ambigüedad sobre el Misterio de la Eucaristía, le han hecho perder, en la práctica celebrativa, su dimensión sagrada, y convertida en "una fiesta muy alegre con Jesús", una reunión de amigos para comprometerse con Jesús en la transformación del mundo, algo divertido y distraido (¡ay que ver qué cantos y qué ritmos musicales!)...

sábado, 15 de mayo de 2010

Mistagogia de la Confirmación - II (Renovación promesas bautismales)

    El rito propio de la Confirmación comienza con la renovación de las promesas bautismales, con dos partes bien definidas: la renuncia al Maligno y al pecado y la profesión de la fe de la Iglesia. “Cuando la Confirmación se celebra separadamente del Bautismo, como es el caso del rito romano, la liturgia del sacramento comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmandos. Así aparece claramente que la Confirmación constituye una prolongación del Bautismo. Cuando es bautizado un adulto, recibe inmediatamente la Confirmación y participa en la Eucaristía” (CAT 1298).

1. Renuncias y profesión: el hombre viejo y el hombre nuevo.-

    Por una parte renunciar a Satanás, al mal, y por otra, profesar nuestra fe en Dios. Renunciar es abandonar todo lo que es el hombre viejo, profesar la fe en Jesucristo Salvador es revestirnos del hombre nuevo. Toda nuestra vida se debate en estos dos polos: el hombre viejo y el hombre nuevo, el hombre herido por el pecado, sometido a sus instintos, y el hombre nuevo, viviendo la salvación. Así lo dicen las Escrituras (Ef 4,21-24).

    La razón fundamental es que Cristo, por nuestro Bautismo, nos ha hecho pasar de la muerte a la vida, del pecado a la libertad de los hijos de Dios. Nuestra vida debe ajustarse a esta realidad de salvación, y, sin olvidar, que “la gracia viene en ayuda de nuestra debilidad”. Nosotros, al profesar la fe en Dios en nuestra Confirmación, queremos vivir como hombres nuevos; y el hombre nuevo vive como Cristo. El hombre nuevo es el que vive el “mandamiento del amor” porque sabe que Dios lo ha amado antes; entonces, amando, cumple la ley entera.

viernes, 14 de mayo de 2010

Oración del Congreso Eucarístico Nacional

Oración Congreso Eucarístico Nacional 2010

Señor, Padre Santo,
que nos has preparado el alimento de la Eucaristía;
envíanos la fuerza del Espíritu
que nos haga capaces de subir al Monte Santo
donde podamos entrar en comunión con tu Hijo.
Haz que la Iglesia
guste siempre este alimento sustancial;
danos hambre de Jesucristo:
hambre de su Palabra
y hambre del Sacramento
de su Presencia permanente.
Que los fieles, saciados con este alimento
y guiados por el Espíritu Santo
construyan animosos su Reino
mientras esperan la vida eterna
y preparan su venida en majestad.
Concédenos un futuro asentado en tu Eucaristía,
bendice a tus sacerdotes
y haz que nuestra Iglesia sea rica en esperanza;
llama a muchos jóvenes al sacerdocio,
a la vida consagrada y al matrimonio cristiano,
para que todos podamos experimentar
el fruto de la redención.
Que la Virgen María,
Madre bendita de nosotros pecadores,
nos ayude a valorar la Carne y Sangre de Jesús
que ella misma tuvo en sus entrañas.
Que toda la Iglesia,
contemplando el tesoro
que también ella lleva en su interior,
pueda presentar al mundo a Jesucristo
como alimento y bebida de vida eterna.
Amén.

jueves, 13 de mayo de 2010

Mistagogia de la Confirmación - I (Presentación de candidatos)

1. El rito   
Antes de la homilía, se hace la presentación de todos los que se van a confirmar. Si son muchos los confirmandos, el párroco o un catequista los presenta con unas palabras dirigidas al obispo, explicando la preparación que los candidatos han recibido y, si es posible, nombrándolos personalmente a cada uno de ellos.

    Esta presentación se hace también en el Bautismo y en el Sacramento del Orden. La comunidad cristiana presenta al obispo o a su delegado a aquellos que ha considerado dignos y suficientemente preparados para recibir la Confirmación, y el obispo, en nombre de la Iglesia, los recibe públicamente.

    Normalmente se llama a cada uno por su nombre delante del obispo, ahora bien, si son muchos, el párroco hace una presentación general de todos. Llamar a cada uno por su nombre porque no somos un grupo de gente anónima que se presenta a un acto social: hemos sido llamados, como trabajadores en la viña del Señor (cf. Mt 22). El mismo Evangelio relata la elección de los Doce citando el nombre de cada uno de ellos: “El primero Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celotes, y Judas Iscariote, el que lo entregó”... y a esa lista bien se puede añadir el nombre de cada uno de nosotros llamados a estar con Cristo y a predicar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Aviso: Curso sobre Canto Gregoriano

Vale la pena que se sepa y se le dé difusión por muchos motivos.

La XXXI Semana de Estudios Gregorianos

tendrá lugar en la Hospedería del Valle de los Caídos, Madrid,
del 22 al 28 de agosto de 2010,

organizada por la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y la Asociación Hispana para el Estudio del Canto Gregoriano, con la colaborción del Secretariado Nacional de Liturgia.

Información sobre esta Semana en http://www.cantogregoriano.es

Para las inscripciones y alojamiento: abadiadelvalle@telefonica.net


"Resucitando, restauró nuestra vida" (Prefacio pascual I)

"Resucitando, restauró nuestra vida"

Es el Eterno Viviente, el que estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos. Aquel que “resucitó al tercer día según las Escrituras” (1Co 15,4). Por el pecado, que introdujo el desorden y la caducidad en el mundo y en el hombre, la vida había perdido su dignidad, estaba rota. Por puro amor de Dios –amigo de los hombres, verdadero Filántropo- restaura lo que estaba caído y perdido, pero no sólo a su original belleza sino elevando la naturaleza humana a una dignidad y belleza sin iguales. Sí. Con toda la carga teológica que encierra esto y tal como reza una oración: 
 

martes, 11 de mayo de 2010

"Por eso, con esta efusión de gozo..." (Prefacio pascual I)

“Por eso, con esta efusión de gozo pascual,
el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles,
cantan sin cesar el himno de tu gloria”

La cláusula final de los prefacios pascuales también es propia: ¡tal importancia tiene la liturgia pascual! Se canta –con los ángeles, con los santos, con la creación renovada- el himno de gloria, fruto de “esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría”, un mundo que ha sido redimido del pecado que engendra confusión: la creación es renovada con la luz pascual del Resucitado.

Este principio es fundamental para comprender la obra de Cristo, la escatología misma, pero también los elementos de la liturgia que son anticipo de la nueva creación, donde la materia se convierte –por la epíclesis- en instrumentos de salvación (pan, vino, agua, aceite). En Cristo resucitado se inaugura la nueva creación: “Has querido ser, por medio de tu amado Hijo, no sólo el creador del género humano, sino también el autor generoso de la nueva creación” (Prefacio Común III). Hay, asimismo, un sabor de nueva creación cuando en las Laudes de la Octava de Pascua se canta el cántico de las criaturas (Dn 3).

De nuevo, recapitulando todo, la alegría espiritual, exultante, de la Pascua, que no es otra sino participación en la alegría espiritual del Resucitado, “gozo de Cristo nuestro Señor” (San Ignacio de Loyola, EE.EE., 221), del cual la Iglesia participa; “la alegría cristiana es por esencia una participación espiritual de la alegría insondable, a la vez divina y humana, del Corazón de Jesucristo glorificado” (Pablo VI, Gaudete in Domino, 11).

El catolicismo no es un puritanismo, ni prevalecen los aspectos de angustia, terror; el catolicismo no es el intimismo de quien prefiere el silencio para su piedad privada porque todo le estorba, de quien sólo quiere recitar sus oraciones... por puro devocionalismo (ajeno a la oración personal sincera, a la contemplación y a la misma esencia de la liturgia). El catolicismo es desbordamiento de un gozo inefable, alegría fruto del Espíritu Santo, canto de alabanza al Señor.

Llamadas de alegría inauguraban la Pascua al entonarse el pregón: “Exulten los coros de los ángeles... Exulten las jerarquías del cielo... que las trompetas anuncien la salvación. Alégrese nuestra madre la Iglesia... resuenen en este templo las aclamaciones del pueblo...” ¡Esto es propio del genio romano!, que en Pascua introduce elementos propios en los textos litúrgicos para que la cincuentena pascual sea, realmente, única y gozosa.

Y aquí, mientras, en la liturgia terrena, exultamos de gozo uniéndonos con una sola voz y un solo corazón, a la liturgia celeste, “con los ángeles y los santos”, que cantan al Cordero degollado: “Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder” (Ap 4,11)

lunes, 10 de mayo de 2010

Congreso Eucarístico Nacional en Toledo (Mayo, 2010): Dicen nuestros Obispos - II

Con el Mensaje de nuestros Obispos con ocasión del Congreso Eucarístico Nacional en Toledo podemos renovar nuestro amor a la Eucaristía y profundizar en la doctrina eucarística, sin reducciones de ningún género, sin quedarnos sólo en un aspecto de la Eucaristía sino considerándolos todos, en la riqueza del Sacramento inagotable, del gran Tesoro.

"2. La Eucaristía, sacramento del amor  

En su encíclica Ecclesia de Eucharistia, el Siervo de Dios Juan Pablo II nos invitó a vivir más intensamente el misterio eucarístico. Él convocó igualmente un “Año de la Eucaristía” para el curso pastoral 2004-2005 con la hermosa carta apostólica Mane nobiscum Domine, y el Sínodo de obispos para el año 2005, con el lema: “La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia”. Fue Benedicto XVI quien clausuró el año de la Eucaristía, celebró el sínodo y escribió la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis.

domingo, 9 de mayo de 2010

Carta por tu ordenación sacerdotal

+++ Carísimo:

Ha sonado la hora de Dios para ti. El Sacramento del Orden te va a configurar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. El Espíritu ungirá tu alma. Tu Esposa será la Iglesia; tu amor, el del Corazón de Cristo; tu interés, edificar la Iglesia.

Ha llegado el momento que Dios había preparado para ti. Juntos hemos vivido este tiempo, preparando desde las cosas más materiales (qué fastidiosas, ¿verdad?) hasta las más espirituales. Juntos, como siempre que se puede o que nos dejan; juntos, con los lazos de la amistad, del afecto realmente fraterno, de la afinidad espiritual.

Ahora, como un hermano mayor, me dirijo a ti.

El sacerdocio es realmente grandísimo, un don incomensurable. Hay un amor de predilección previo, el de Cristo, y una pobre y débil respuesta nuestra, que le dice “Sí” y se deja llevar. En este ser conducido uno ve su propia indignidad e incapacidad, se asombra de las maravillas que la Gracia obra en los demás, acompaña en la vida de santidad, descubre la grandeza de muchísimas almas santas, entregadas, que contrastan con lo poco que uno es. El amor de Cristo te rodeará siempre incluso cuando no se percibe o se atraviese por algún desierto amenazador o la sombra de la Cruz se proyecte sobre nuestra existencia sacerdotal.

Conserva lo que eres; no lo pierdas. Guarda tu corazón. Ama a Cristo como ahora mismo lo amas y que nada enfríe tu afecto por el Señor. Ama a la Iglesia, mírala con los mismos ojos sencillos que ahora tienes aun cuando tendrás que descubrir mucha debilidad, flaqueza y pecado, y te duela y te escandalice. Ámala.

sábado, 8 de mayo de 2010

"Muriendo destruyó nuestra muerte" (Prefacio Pascual I)

    “Muriendo destruyó nuestra muerte" canta el Prefacio Pascual I.

Experimentó realmente la condición humana, pero de forma cruenta, sacrificial, con una inmolación única y definitiva, irrepetible, “de una vez para siempre” (Hb 7,27), “fue entregado por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación” (Rm 4,25). La muerte hacía que el hombre fuera esclavo por miedo, y Cristo consiguió “aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud” (Hb 2,14-15). Hemos pasado de la muerte a la vida por la muerte de Cristo; obra de gracia, “y ahora esa gracia se ha manifestado por medio del Evangelio, al aparecer Nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal” (2Tim 1,10).

viernes, 7 de mayo de 2010

Eucaristía: Maná y Cuerpo, ¡Corazón de Jesús! (Textos de los Padres - X)

El pan celestial en el maná, el cual maná es Cristo. El maná prometido del cielo. Consumidos los panes que Israel había traído consigo de Egipto, murmurando pidió a Moisés pan, deseoso también de las carnes de Egipto (Ex 16,2s). Mas aquel mediador Moisés en seguido les obtuvo del Señor pan y carne. Recibe la orden el pueblo de coger por la mañana el pan, y por la tarde las carnes.
Mas estas cosas fueron figuras nuestras. Pues recibió primero el pueblo para comer aquel pan santo que descendió del cielo, después recibió la carne de Cristo preparada en la pasión, de la cual carne el mismo Señor dice: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, no tendréis vida en vosotros (Jn 6,54)...

Esta piedra (cf. 1Co 10,4), saciándonos también, dice: El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que se hará en él fuente de agua bullidora para vida eterna (cf. Jn 4,13s). Esta piedra golpeada (cf. Ex 17,6) en la cruz, dio de sí sangre y agua (Jn 19,34), con las cuales nos embriagamos sobriamente.

(San Quodvultdeus, Sermón sobre las promesas y predicciones de Dios, 1, 39,56).

jueves, 6 de mayo de 2010

Año sacerdotal. Ser lo que se es por Gracia


La doctrina del Magisterio sobre el sacerdocio siempre ha sido clarísima, con solidez teológica, con principios espirituales y normas disciplinares que ayudaban a vivir y preservar esa realidad. Pero... a veces hemos sido los sacerdotes los que nos hemos dedicado a cuestionar nuestra propia identidad, mientras que el pueblo cristiano la tenía clara, y esperaba de un sacerdote, simplemente, que fuese, siempre y en todo, sacerdote.

“El presbítero debería saber actuar siempre en cuanto sacerdote. Él, como decía San Juan Bosco, es sacerdote tanto en el altar y en el confesionario como en la escuela o por la calle: en cualquier sitio. Alguna vez los mismos sacerdotes son inducidos, por circunstancias actuales, a pensar que su ministerio se encuentra en la periferia de la vida, cuando en realidad se encuentra en el corazón mismo de ella, puesto que tiene la capacidad de iluminar, reconciliar y renovar todas las cosas” (Instrucción, El presbítero, pastor y guía de la comnidad parroquial, n. 11).

¡Cuántas decepciones no habremos provocado! ¡Cuántos escándalos en personas sencillas!

Con las palabras de Benedicto XVI podríamos pisar tierra y darnos cuenta de qué es lo que esperan nuestros fieles de nosotros, a los que hemos de servir y amar como Cristo Pastor los sirve y ama.

“Los fieles esperan de los sacerdotes solamente una cosa: que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios. Al sacerdote no se le pide que sea experto en economía, en construcción o en política. De él se espera que sea experto en la vida espiritual... Ante las tentaciones del relativismo o del permisivismo, no es necesario que el sacerdote conozca todas las corrientes actuales de pensamiento, que van cambiando; lo que los fieles esperan de él es que sea testigo de la sabiduría eterna, contenida en la palabra revelada” (Discurso al clero, Varsovia (Polonia), 25-mayo-2006).

Nuestra identidad sacerdotal debe ser renovada y cuidada día a día:
  • La oración silenciosa y la adoración eucarística, aunque Jesús calle, frente al activismo que nos vacía.
  • La caridad pastoral que nos mueve a echar las redes mar adentro con los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
  • La Eucaristía diaria celebrada con amor al Señor, vivida, y en ofrecimiento de la propia vida.
  • La ascesis y el combate para ser coherentes, auténticos, sinceros: la unidad interior de vida.
  • El cuidado y vigilancia de la propia afectividad, que no se ata a vínculos humanos o ideologías o ministerios concretos; que ama a Cristo y vuelca la afectividad en Cristo, sabiendo que Cristo colma de amor, amistad y compañía el corazón de sus sacerdotes.
  • El estudio, la actualización de la teología, la formación: todo contribuye a que vivamos lo que somos.
"Oh Dios,
que enseñaste a los ministros de tu Iglesia a servir a los hermanos y no ser servidos;
te rogamos les concedas disponibilidad para la acción

y que en el humilde ejercicio de su ministerio perseveren siempre en la plegaria"

(O Colecta ad libitum, Rito Ordenación de Presbíteros).

miércoles, 5 de mayo de 2010

De Vigilia pascual y rito hispano-mozárabe

La Vigilia pascual que cada año celebramos debe marcar y dejar su impronta de tal manera y forma que marque la vida espiritual hasta el año siguiente: tan importante, tan deseada, tan solemne, tan espiritual es. Todo un año viviendo intensamente de lo que la Vigilia pascual supuso en la propia vida; un año trayendo a la memoria cómo se celebró este año, qué se hizo, cómo oré... Este es el intento de tantos post dedicados a la Vigilia pascual, así lograremos desvelar su importancia y reavivar su vivencia en nosotros.

Hoy, y puede ser iluminador, el texto que canta el diácono en el rito hispano-mozárabe.

La vigilia en este rito tiene sus peculiaridades. En la sacristía a puerta cerrada el obispo y el clero bendicen una lámpara y bendicen el cirio, lo encienden, salen a la iglesia y allí reparten la luz a todos los fieles. Luego un diácono canta la bendición de la lámpara y otro diácono la bendición del cirio. Hermosísma ésta, vale la pena conocerla, para captar el lenguaje pascual de la Iglesia y asimilar la Tradición hispana.

Invito a fijarse en tres puntos:
  • La insistencia en la tipología: lo ocurrido en el Antiguo Testamento era figura y profecía de lo que ahora ocurre en la Nueva Alianza con Cristo y los sacramentos de la Iglesia ("Los misterios simbolizados en figuras son ahora realidad");
  • El deseo de asistir y celebrar la Vigilia todos los años ("que podamos celebrar muchos años la santa pascua de este día")
  • y la solemnísima conclusión del Pregón; varios versículos del diácono y la respuesta "Amén" cantada del pueblo. Sólo imaginarlo da idea de la solemnidad de la Vigilia pascual.

Es justo y necesario,
en verdad, Señor, es muy digno y es bello,
puesto que nos enriqueces con tus dones,
darte gracias siempre,
porque en ti hay la fuente de la vida
y en tu luz veremos la luz.
Anunciando tantos y tan grandes prodigios,
la luz resplandeciente del cirio llena de claridad
los altares de tu majestad.
Los signos del fuego preceden así a los milagros del agua
que luego los seguirán.
Por la luz se anuncia lo que nacerá del agua viva.
Los misterios simbolizados en figuras son ahora realidad.
Como la antigua columna de fuego, brilla ahora
la luz de este cirio;
nos da a conocer que el pueblo ha de ser salvado por las aguas
a través de las que se nos libera y salva
y nos hacen renacer y descansar en el Señor...

martes, 4 de mayo de 2010

En Pascua: el rezo del Rosario

Partimos del principio según el cual los ejercicios piadosos o las devociones populares deben manar de la liturgia y conducir a ella, en consonancia, de forma complementaria:
"Se puede mantener que la característica litúrgica de un determinado día debe prevalecer sobre su situación en la semana; pues no resulta ajeno a la naturaleza del Rosario realizar, según los días del año litúrgico, oportunas sustituciones de los misterios, que permitan armonizar ulteriormente el ejercicio de piedad con el tiempo litúrgico” (Directorio sobre piedad popular y liturgia, n. 200).

    La consecuencia parece ser clara. Lo lógico: meditar misterios gloriosos durante los cincuenta días de Pascua.

lunes, 3 de mayo de 2010

Mayo y la Cruz o las cruces de mayo

En mayo tienen lugar las cruces de mayo: una cruz hecha de claveles, en un entorno floral, que preside la fiesta y la alegría. Son típicas las cruces de mayo de Granada y Córdoba. ¿Acaso un contrasentido? Más bien una fiesta muy arraigada, fruto de la liturgia de nuestro rito hispano, que el 3 de mayo celebra la Inventio sanctae crucis, la Invención o Hallazgo de la Santa Cruz. Ésta aparece en Pascua (¡mayo sigue siendo tiempo pascual!) no como instrumento de tortura y dolor, sino como la Cruz gloriosa de Jesucristo, el lugar donde es glorificado el Hijo del hombre, el Árbol de la Vida que entrega hojas medicinales.

Ésta es la perspectiva pascual de las cruces de mayo.

Éste es un modo pascual y festivo de alegrarse por el triunfo del Resucitado.

Vayamos a los textos de la liturgia hispano-mozárabe, tan elocuentes y bellos, poéticos y teológicos a la par, que son nuestra Tradición genuina. Acercarse a ellos engendra una mentalidad y espiritualidad litúrgicas.

En la Oratio admonitionis, disponiendo el sacerdote a los fieles a orar en la recitación de los Dípticos, se nos ofrecen estas consideraciones:

Queridos hermanos,
gloriémonos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo,
y, con el corazón lleno de alegría,
con toda reverencia y gozo espiritual,
celebremos la solemnidad de este día.
Nuestro Señor y Salvador, para nuestra salvación,
estuvo colgado en la Cruz y en ella venció al diablo;
en la altitud de esta misma Cruz
fueron suspendidos los delitos del primer hombre
y las manos que ofrecieron a la boca la comida prohibida
fueron atravesadas por la dureza de los clavos.

domingo, 2 de mayo de 2010

"Éste es el día", Ésta es la Pascua. Ésta es la Gloria del Señor

¡Con qué deseo ardiente la Iglesia esperaba este día!
¡Cuánto tiempo esperando ver al Señor resucitado!
¡Siglos de espera para que se cumplieran las promesas de Dios!

Ha llegado el día, el "hoy" de Dios (50 días de Pascua es un solo día de Pascua festiva).

No pudo el silencio acallar la Palabra.

No pudo el sepulcro retener la semilla de trigo.
No pudo la muerte destruir a la Vida.
No pudo la tiniebla apagar la Luz.
No. Él pudo con todo: ¡Resucitó!

"Éste es el día en que actuó el Señor,
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Éste es el día que las tinieblas no lograron apagar.
Éste es el día que no ha estado precedido
por ningún otro ni le pondrá término ninguna noche.
Éste es el día durante el cual el que camina no tropieza.
Éste es el día que nunca nada podrá hacer olvidar,
ni el paso de los siglos lo podrá obscurecer.
El que permanece siempre con el Padre,
nos ilumina hoy con resplandor inmortal
al resurgir victorioso de la muerte.
Que él llene nuestra mente,
que lo proclamen nuestras palabras,
que lo adore nuestro espíritu,
que lo glorifiquemos y lo llevemos en el cuerpo;
pidámosle con oración constante
que a quienes libró del dominio de la primera muerte
y les devolvió la libertad por la cruz y la pasión de su carne,
no les permita ser presa de la ruina de la segunda muerte".
(Rito Hispano-mozárabe,
Oratio Admonitionis, V de Pascua, 2º formulario).

sábado, 1 de mayo de 2010

Preces por los sacerdotes

José Antonio, párroco amigo de Guillena (Sevilla) me envía estas preces por los sacerdotes.Vamos a emplearlas, ya que es necesario sostener con la oración a los sacerdotes, ministros del Evangelio, dispensadores de los Misterios de la salvación.

Oración para pedir la santidad de los sacerdotes

Oh Redentor Nuestro, acepta vivir en los sacerdotes,
transfórmalos en Ti.
Hazlos por tu gracia ministros de tu misericordia, obra a través suyo,
y haz que, imitando fielmente tus virtudes, se revistan en todo de Ti,
y actúen en Tu nombre y con la fuerza de tu Espíritu.
Contempla, Señor Jesucristo,
cuántos son todavía los que duermen en las tinieblas del error,
cuántas son las ovejas que caminan al borde del precipicio.
Dirige tu mirada a tantas y tantos pobres, hambrientos y débiles,
que lloran en medio de su soledad.
Vuelve Tú a nosotros por medio de tus sacerdotes.
Muéstrate en ellos y, obrando a través suyo,
recorre el mundo de nuevo,
enseñando, perdonando, santificando y renovando
los lazos de amor entre tu Corazón divino y nuestros pobres corazones.
Amén.