martes, 19 de julio de 2011

Altares deshonrosos (rectificado)

He suprimido las fotos y la catequesis de este artículo.

Reflejaba una situación vista en muchas parroquias y en muchos sitios. Pero ha causado molestias, y eso sí que no era mi intención. Ni señalaba una parroquia concreta ni un sacerdote... sino una realidad generalizada.

Lo suprimo, pido excusas a quienes se hayan molestado, y dejo el artículo insertado de la revista "Liturgia y espiritualidad".


"Pues va a ser que no. El autor de este breve escrito ha mirado y remirado en todos los documentos nuevos y antiguos, de sínodos y concilios, declaraciones de los Papas y demás prelados insignes, liturgias occidentales y orientales, actuales y pretéritas, y nada de nada. En ningún lugar se dice que el altar deba o pueda tener apariencia de puzle, o de cómo se quiera decir aquello que está compuesto por varios elementos, a la manera
de piezas, con la diferencia que las de un rompecabezas están pensadas para que encajen, y lo que vemos a menudo sobre el altar no pega ni con cola. 



Que si las velas, que si unos plásticos debajo de las mismas, no vaya a ser que se manchen de cera los manteles y la señora Paca se ponga de mal humor; que si unos cristales para poner sobre ellos el cáliz, las vinajeras y no sé qué más, no sea que, por usar la credencia, la Guardia civil se lleve preso al señor cura. ¡Ah, y las flores, no nos olvidemos de las flores! Algunas de ellas en tal estado, que ni las abejas las consideran de su competencia. Y para remate, a menudo, durante la celebración, además del necesario misal (en ocasiones descansando a pierna suelta sobre un atril casi tan grande como el altar), un libro para los cantos, la hojita dichosa con las intenciones de misa mecanografiadas (¡de toda la semana!), la funda de las gafas del reverendo y/o las mismas gafas… en fin… ¿para qué seguir? ¡Ah, sí, una cosa más! El micrófono, imprescindible en templos grandes, claro, pero que en algunos altares son de tal tamaño que, si uno entra en varias iglesias en poco tiempo, tiene la impresión que está en marcha una competición a ver quien tiene el micrófono más voluminoso. ¡Uf!

¿Tiene justificación este proceder? Si uno lee el texto de referencia (sí, sí, de nuevo con la «Institutio» del Misal), se encuentra lo siguiente: «Por reverencia a la celebración del memorial del Señor y al banquete en que se distribuye el Cuerpo y Sangre del Señor, póngase sobre el altar en el que se celebra por lo menos un mantel de color blanco, que, en forma, medida y ornamentación, cuadre bien con la estructura del mismo altar» (nº 304) «En la ornamentación del altar se guardará moderación» (nº 305).

Y fíjate, paciente lector, si es interesante lo que se dice en el número siguiente: «Sobre la mesa del altar se puede poner tan sólo aquello que se requiere para la celebración de la Misa, es decir, el Evangeliario desde el inicio de la celebración hasta la proclamación del Evangelio; y desde la presentación de los dones hasta la purificación de los vasos, el cáliz, con la patena, la píxide, en caso de que sea necesario, y el corporal, el purificador, la palia y el misal. Colóquese también de un modo discreto lo que pueda ser necesario para amplificar la voz del sacerdote» (núm. 306). ¿A que es curiosillo todo esto? Pues hay más.

Por lo que respecta a los candeleros (que pueden ser dos, o cuatro o seis, según el nº 117), hay que colocarlos de forma conveniente o sobre el altar o alrededor de él o cerca del mismo, según sea la estructura del altar y del presbiterio, a fin de que haya armonía «y no impida a los fieles ver fácilmente lo que sobre el altar se hace o se coloca» (nº 307). Y lo mismo por lo que respecta a la cruz, con la imagen del Cristo crucificado, que debe ser bien visible, «sobre el altar o junto a él» (nº 308).
En fin… hasta aquí. Que el flash ya es demasiado prolongado en esta ocasión. Pero la cosa se lo merece. Sólo destacar, de lo leído hasta ahora, algunas palabras para la reflexión: moderación, reverencia al memorial del Señor, banquete del Cuerpo y Sangre del Señor, armonía, discreción.

¡Ah, y el mantel debe ser blanco! Los colorines para la catequesis".

(Jaume González Padrós, ¿Es el altar un puzle?, Liturgia y espiritualidad, 2011/3, pp. 189-190)